YOLANDA JUSTINIANO Y LA POESÍA DEL DOLOR

By Alejandro Emilio Ramírez Ravelo
10th March, 2023

YOLANDA JUSTINIANO  Y LA POESÍA DEL DOLOR

(En pocas horas... Día Internacional de la Mujer. Los seguidores de «Versos y Archipiélago» y su administrador dedican este trabajo a las mujeres cuya cercanía provoca algunas veces que no reparemos en lo extraordinarias que pueden ser).

Mis amigos lectores perdonarán — aunque estoy convencido de que lo agradecerán— la extensión del texto que les propongo hoy...
No es preciso demostrar — por lo evidente— que la historia de la literatura, y más específicamente de la poesía, está atravesada por todos sus puntos cardinales por el dolor... Y ya sabemos que no me refiero al dolor físico. 
Si hurgamos un poquito en un diccionario de sinónimos y antónimos encontramos para "dolor" algunos sinónimos muy empleados por los poetas de todos los tiempos: sufrimiento, padecimiento, martirio, aflicción, angustia...
Sí, todos los grandes poetas y los no tan grandes —y hasta los que nos creemos poetas sin serlo— nos hemos servido de tales vocablos.
El asunto está en poder medir la honestidad, que cada poeta posee o no, al hacer uso de ellos para demostrarle al posible lector cuánto dolor sentimos. 
No deseo ofender a nadie y no pretendo —Dios me libre— meterme con ciertos poetas que toda la crítica reconoce como clásicos... Así que mejor me empleo yo mismo de ejemplo...  A ver si logro hacerles comprender adónde quiero llegar:

Hace algún tiempo estaba pasando por una situación complicada en mi vida: rebasaba apenas una peligrosa infección pulmonar que casi me mata —muchos de ustedes lo recordarán—, estaba desempleado y la situación financiera de mi familia era desesperada. Añadan ustedes a lo anterior, las dificultades que tenemos para muchas cosas en mi país... Y otras cuestiones que me afectaban — y que callo para no agobiarlos con situaciones personales... Lo cierto es que estaba muy afligido: me dolía el alma... Y de buenas a primeras se me ocurre escribir una "Sextina". En otro momento explicaré —para quien no lo sepa— qué rayos es una Sextina: Baste por ahora saber que probablemente sea la forma estrófica más artificiosa y sofisticada... Pues bien: todo ese dolor que sentía lo descargué en el contenido de la Sextina... Pronto estuve contando sílabas, luchando con las señoritas "sinalefa", "sinéresis", "dialefa", y otras que no vienen al caso... Buscando el vocablo apropiado, intentando sorprender al futuro lector con una metáfora audaz y enredado con otros asuntos técnicos de la composición que intentaba sacar adelante... ¿Y dónde estaba tu dolor? Preguntarán algunos de ustedes... Y justamente ahí está lo que deseo comprendan: mi dolor estaba acurrucado en un rinconcito, observando con tristeza el olvido al que lo tenía sometido... No deseo malas interpretaciones: lo que estaba yo haciendo no era un delito poético: todo poeta tiene el derecho — y hasta el deber— de presentar un resultado estético correcto para sus lectores. Finalmente, a mi Sextina no le fue tan mal y fue seleccionada entre más de cuatrocientas obras para integrar una Antología... Por ahí ha de andar, recorriendo medio mundo...

Sin embargo, no puedo evitar cierta categoría de vergüenza cuando me encuentro con poemas y autores como la poetisa que les voy a proponer unos renglones más adelante... Y es que muchos escritores —reitero que no es una crítica— solemos lavar nuestras obras con las aguas de la cultura sí, pero también del artificio intelectual...
Entonces sucede que no nos queda más remedio que sorprendernos cuando encontramos — y eso no ocurre todos los días— con poesía en estado puro... A veces no tan bien lavada con aquellas aguas probablemente dudosas de las que hablé: es verdad... Pero con una sinceridad que nos desarma y nos hace adorar cada día de nuestras vidas a la verdadera Poesía, aquella que —ya ustedes lo adivinan— se aleja de líricas intrascendentes.
Y cuando ese extraño tipo de poesía primigenia está referida al dolor, al dolor desmesurado de la pérdida de un hijo idolatrado... Es cuándo nos hacemos a un lado, inclinamos la cabeza con respeto y miramos de soslayo a la madre - poetisa que amorosamente nos ofrece —ahora sí—
su mundo de sufrimientos para que seamos buenas personas, gente de bien, hombres y mujeres que honremos el privilegio de ser humanos.

Hace unas semanas me aceptaron en un grupo literario: SADE FILIAL SALTA. ( SADE significa Sociedad Argentina de Escritores). Poco después sus administradores convocaron a un chat permanente y lo llamaron "Hablemos de Literatura". Por allí iba yo de vez en cuando y algunas pregunticas hice para motivar el diálogo... Hasta que hace unos días me encontré con el portento de poema que finalizará este texto.
Era un poema tremendo, dedicado por su madre al hijo fallecido a causa de un accidente cerebrovascular. Luego de leer y releer cuidadosamente el poema escribí lo primero que vino a mi mente en el chat:

«Impresionante testimonio poético, Dña. Yolanda.
Muy pocas veces aparecen poemas escritos desde el dolor verdadero (casi siempre están contaminados de intensiones deslavadas)... Y el demostrable hecho de poseer calidad literaria hace que los integrantes del chat que lo hemos leído gocen de una rara sensación de placer poético —por la calidad del texto— y de dolor y solidaridad con usted por la realidad que tan magistralmente describe. Beso su mano. Gracias."

Yolanda Justiniano, que así se nombra la poetisa, me respondió en el chat:

"Gracias Alejandro, gracias al Supremo pude volcar todo lo que me pasó a partir de la muerte de mi hijo en un libro que titulé:
“Transformar el dolor en palabras“. Eso me ayudó a transitar el dolor indescriptible que me produjo su partida. Además de ayudarme, intento con el libro ayudar a los padres que han perdido a un hijo".

Ya saben: salí corriendo a las redes para saber más y "solicitar amistad" a tan increíble mujer. No lo conseguí en Facebook, pero sí en Instagram... Le di el "seguir" y ella me "aceptó". Le escribí por el "mensajero" de Instagram y comencé a pedir  textos y a pedir colaboraciones —ya pensando en ustedes, lo confieso— a riesgo de parecer impertinente; y Yolanda, con ese amor que posee y que alcanza para el Universo entero, a otorgar y otorgar (recuerden que nuestra pequeña Página Literaria es casi imperceptible)... Lo cierto es que poseemos material para dedicarle otro trabajo a Yolanda Justiniano —y lo haremos— y ya podremos concentrar a plenitud el espacio con más de su poesía del dolor...

Pero esta introducción a la escritora era necesaria... Quería en este especial día presentarles a la mujer, más que a la poetisa (aunque sospecho que una no sabe vivir sin la otra).

Y vámonos al poema que ha desatado todo lo que llevo dicho...

POEMA DE LA LEJANA CERCANÍA

El poder del silencio
hace que la cercanía... o la lejanía,
cobren otra dimensión.

Volví a buscarme, descubrí
silencios que hube de cuidar.

La frontera angustiosa de la distancia
y al mismo tiempo
el límite irremediable de la lejanía.

Unidos y distantes a la vez,
con amor, con insólita cercanía.

Soledad en la que me consuelo...
Hundirme en los recuerdos...

Tu muerte 
y la muerte de la distancia.

Elaborar el duelo para poder ser
cercanos y lejanos a la vez...

Parece increíble que un poema nos permita distinguir la fibra de entereza que lleva en la sangre una mujer contemporánea con nosotros. No es preciso que nadie nos la explique. Ella demuestra que para encontrar heroísmo y calidad poética no siempre hay que acudir a los libros de historia y a los libros certificados por la "alta crítica literaria"... 

Mira a tu alrededor... Puede que una gran mujer esté mirándote a los ojos. Puede que tu madrecita querida esté trasteando en la cocina...

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